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¿137, 138 o 139? Las contradicciones de la derecha para explicar el porqué de la cifra de escaños para achicar la Cámara

El tamaño de la Cámara fue un tema que, cuando las enmiendas se discutían en la Comisión de Sistema Político, se fue pateando una y otra vez. Cuando se les preguntaba a los consejeros y asesores de la derecha sobre cómo iban las negociaciones por el sistema electoral, la respuesta era una sola: eso lo verán los partidos más adelante.

El contexto era bien claro. Republicanos se propuso disminuir la cantidad de parlamentarios. Por eso en un inicio presentó una enmienda -que luego retiró- para que la Cámara quedara con 132 escaños y el Senado en 48. La UDI hizo lo suyo y presentó una enmienda para que el Servel redistritara el sistema, dejando zonas electorales que repartan entre dos y seis escaños y la Cámara con un número no definido, pero que oscilaba entre 135 y 150 bancas parlamentarias. RN, en tanto, no quiso tocar los 155 escaños y se limitó a redistritar para que las zonas electorales repartieran entre tres y cinco escaños. Ese era el escenario al momento de ingresar las enmiendas.

Luego, cuando los consejeros entraron a debatir y la derecha negoció sus indicaciones, el asunto fue cambiando. La oposición concluyó que en esto tenía que llegar unida, con una sola posición, y dado lo delicado del tema debía llevar el asunto aguas arribas, es decir, a nivel de los partidos políticos de Chile Vamos y el Partido Republicano.

Esa fue la dinámica de todo el trabajo en comisión. Los consejeros fueron avanzando en todos los asuntos que no eran sistema electoral y quedaron al margen de la negociación política para definir la magnitud de los distritos y los escaños de la Cámara.

El origen de los 138

Esa incertidumbre se terminó la primera semana de septiembre, cuando las directivas de los partidos, a último minuto, resolvieron la fórmula. Fuentes de la derecha del Consejo comentan que el número final fue acordado en una reunión a puertas cerradas entre el presidente del Partido Republicano, Arturo Squella; el timonel UDI, Javier Macaya, y el secretario general de RN, Diego Schalper.

Así fue como el 8 de septiembre, a solo horas de que terminara el periodo para votar enmiendas en comisión, las directivas de la derecha informaron la fórmula final a los consejeros y asesores para que, ese mismo viernes, se redactara una enmienda de unidad de propósito, se ingresara a la comisión y luego se votara durante la noche de ese mismo día.

Por eso cuando se les pregunta a los consejeros y comisionados cuál es la razón que explica el porqué del número de 138 diputados, nadie responde y todos miran para el lado. La imagen más evidente de esto ocurrió el sábado. El presidente de la Comisión de Sistema Político, Edmundo Eluchans (UDI), fue consultado por este tema, y ante la insistencia de la prensa el exdiputado lo reconoció públicamente. “Si la pregunta es por qué 138 y no 137 o 139, no tengo respuesta”, dijo Eluchans.

Ese mismo sábado, el consejero Germán Becker (RN) también dio su propia versión de la cifra. “Es un promedio”, se limitó a decir el exdiputado. Sus palabras dieron la primera luz de un posible cálculo que explicaría la fórmula. Si a los 155 escaños actuales se le restan los 120 escaños que había en la Cámara cuando aún existía el sistema binominal, la diferencia da 35. Luego, si 35 se divide en dos, el resultado es 17,5. Si ese valor se redondea hacia arriba el resultado es 18. Entonces, si a 120 diputados -la cifra del binominal- se le suman 18, la fórmula llega a 138.

Sin embargo, eso solo parece ser un cálculo matemático azaroso. Otras voces de la derecha comentan que al dejar una magnitud de distritos para que repartan como mínimo dos escaños y como máximo seis bancas parlamentarias, la cifra final considerando los 28 distritos actuales entrega una banda de un mínimo de 132 diputados y un máximo de 138. Por lo tanto, la oposición habría optado por dejar la cifra más alta de ese intervalo.

Las justificaciones de la derecha han sido bien variadas. Uno de los más audaces fue el delegado de los republicanos Luis Silva, quien en el pleno del sábado entregó otras razones. “Si a alguien ha favorecido la implementación de la reforma electoral ha sido a la izquierda y muy particularmente la izquierda extrema, el PC y el Frente Amplio. Por su puesto, no puede extrañarnos que defiendan la reforma electoral, yo haría exactamente lo mismo si estuviera en su lugar”, dijo el consejero, quien luego en un punto de prensa afirmó que no se trata de “un número mágico”.

Lo cierto es que, hasta el momento, nadie en la derecha ha dado alguna explicación razonable. Tanto así que en el pleno de esta mañana la consejera María Pardo (CS) interpeló a la oposición y le pidió a Silva que les hiciera llegar sus cálculos y el escaneo de distritos que hicieron para llegar a la cifra de los 138.

La pugna por definir un sistema electoral

La disputa para diseñar un sistema electoral es una vieja historia conocida en Chile. Cuando la expresidenta Michelle Bachelet quiso terminar con el binominal, impulsó una reforma electoral que tuvo que ser negociada con las fuerzas políticas que estaban en el Congreso en aquella época. Por eso fue que el entonces ministro del Interior Rodrigo Peñailillo negoció con el entonces partido Amplitud y algunos diputados independientes de ese momento como Giorgio JacksonVlado Mirosevic y Alejandra Sepúlveda. Esa reforma necesitaba votos en el Congreso y por lo tanto hubo que aceptar las exigencias de todos los incumbentes.

Esa vez se llegó al sistema actual con 155 diputados y 28 distritos que reparten entre tres y ocho escaños. Entre quienes saben del tema se suele comentar que la cifra no tuvo mayor lógica, salvo la transacción con las fuerzas políticas del momento. Para ejemplificarlo se suele mostrar lo que ocurre con la Región de Atacama. Esa zona, con una población cercana a las 290 mil personas, escoge cinco diputados, mientras que la Región de Tarapacá, con una población similar, solo elige tres diputados.

“En general este siempre es un tema controversial. La disciplina ha planteado una regla patrón de la raíz cúbica de la población como cifra óptima. Sin embargo, tampoco es una bala de plata, es un tema que obedece más a lógicas de ajuste por negociación”, afirma el cientista político e investigador de Libertad y Desarrollo Jorge Ramírez.

Ramírez agrega: “En 2014, cuando se reformó el sistema binominal no hubo grandes marcos teóricos que orientaran la discusión respecto del guarismo. La lógica fue volver a 155, que era cercano al guarismo que había antes del quiebre de la democracia, que era 150. Pero hoy hay situaciones que debieran ser modificadas, por ejemplo, hay distritos que con menos población tienen más escaños que otros. Atacama, por ejemplo. ¿El motivo? Ahí había una fuerte representación de la izquierda, en particular del PC”.

Para Ramírez lo relevante es el objetivo de la reducción de parlamentarios y que la norma del Consejo le entrega el mandato al órgano técnico encargado del tema. Es decir, es el Servel el que hará el redistritaje para que la cifra final de la Cámara quede en 138. “Sobre lo que sí hay consenso es en la necesidad de evitar la fragmentación que provoca el actual sistema; la fragmentación se puede atacar por la vía de un umbral electoral de 5%, pero aquello no es suficiente. La otra vía es a través de una disminución de la magnitud de distritos, para así hacer un poco más mayoritario el sistema y evitar que tengamos 21 o 23 partidos en el Congreso, que es la situación actual, cuestión que es perjudicial para la eficacia gubernamental. Desde este punto de vista disminuir el número de parlamentarios se ajusta a este propósito”, dice Ramírez.

Una opinión distinta tiene la cientista política Julieta Suárez Cao: “Yo no estoy de acuerdo en absoluto con la reducción de escaños en la Cámara, de hecho Chile ya está con una Cámara muy pequeña teniendo en cuenta su tamaño poblacional. Estaría de acuerdo con un incremento de escaños en la Cámara, por lo que estoy completamente en contra de la reducción, y me parece que tiene un impacto en la democracia, en la representación y en representatividad que podría ser peligroso para Chile en este contexto global de erosión y retroceso de la democracia”.

Sobre la explicación, la académica señala que no ve alguna razón técnica detrás de la cifra. “Mi hipótesis sería que es un cifra intermedia entre los 120 del binominal y los 155 para no quedar tan pegados al binominal, que son 18 más que 120 y 17 menos que 155. Me parece que lo sacaron simplemente haciendo una división, dividiendo en medio la distancia entre el binominal y el actual, pero es una hipótesis, no sé por qué eligieron ese número”, concluye Suárez.

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