El miércoles pasado, en las oficinas de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres) en la Cámara, el ministro Álvaro Elizalde (PS) ingresó de lleno en las conversaciones para tratar de retener el control de esta rama del Congreso, que a mediados de abril renovará a sus autoridades.
Ese día, se reunió por varios minutos con los diputados militantes del PDG: Karen Medina, Rubén Oyarzo y Gaspar Rivas, cuyos votos serán decisivos para definir el rumbo de la Cámara.
En la ocasión, el ministro no habría hecho ofertas. Solo escuchó las demandas de los legisladores del Partido de la Gente, que exigen presidir este año la Cámara, en virtud del acuerdo original que establecía una rotación en la testera cada 8 o 7 meses. Ese pacto, sin embargo, se alteró por la negativa de algunos a apoyar a Karol Cariola (PC) en noviembre de 2022 y se ha ido renegociando periódicamente.
Por su parte, la subsecretaria de la Presidencia, Macarena Lobos, también ha reforzado gestiones para atender requerimientos de otros diputados no alineados, a quienes conviene tener en una predisposición favorable.
Lo mismo ha ocurrido con el independiente René Alinco (ex-PPD), quien tiene un contacto diario con el equipo del ministro Elizalde.
Hasta la semana pasada, el conteo de votos arrojaba un empate técnico.
En teoría, en la oposición contaban con 76 de los 78 diputados necesarios para ganar la presidencia, mientras que el oficialismo contabilizaba (o al menos aspiraba a tener) 75 a su favor.
Evitar nueva derrota
Esta elección, en la que votan los 155 diputados, es clave para que el gobierno retenga el control de la Cámara, a pesar de que la oposición en alianza con algunos exmilitantes de la DC y el PDG ya ha logrado apoderarse de algunas comisiones legislativas importantes, como Seguridad Ciudadana, Desarrollo Social y Defensa, desde donde han presionado para colocar en debate proyectos que dividen o complican al oficialismo.
Dado el contexto en el que el Ejecutivo acaba de perder la presidencia del Senado, a manos de José García Ruminot (RN), a cambio de retener el control de la Comisión de Hacienda, para La Moneda ya no hay margen para seguir cediendo espacios de poder en el Congreso.
Incluso, perder la presidencia de la Cámara sería más grave para los intereses del Ejecutivo.
A diferencia, del Senado, donde gobierno y oposición han logrado construir un clima de diálogo que no se ve amenazado con la asunción de García (un senador de perfil moderado, ecuánime y afable), en la Cámara el trato con la derecha es tenso.
Incluso, ya existe un agresivo plan de la oposición en caso de que logren tomar el control de la Cámara, que pasa por reorganizar todas las comisiones legislativas, relegando al oficialismo a una condición de minoría. Con ello, las distintas fuerzas de derecha, con el apoyo de grupos de centro, podrían definir las prioridades legislativas y decidir qué proyectos se discuten.
En el gobierno están conscientes del elevado riesgo que enfrentarán en la Cámara con la postulación de un(a) diputado(a) del Partido Comunista, que, de acuerdo al consenso mayoritario del oficialismo, ahora sí o sí le corresponde asumir en la presidencia de la Cámara.
El hecho tiene alto simbolismo. Nunca, en sus más de 112 años de historia, el PC ha liderado una de las ramas del Congreso. Para la oposición, en cambio, la candidatura de un comunista es reflejo de un giro a la izquierda que no están dispuestos a aceptar. De hecho, el factor “anticomunista” complica las chances de la alianza gubernamental.
Votos en duda
Sin embargo, ni los 76 votos con los que hipotéticamente cuenta la oposición, ni los 75 del oficialismo, están completamente firmes.
De hecho, para el gobierno hay cinco legisladores con los que aún faltan conversaciones para poder asegurar su apoyo a la carta que levantará la bancada del PC, que en esta ocasión no ha querido revelar nombres para evitar el desgaste que sufrió Cariola en su fallida postulación a fines de 2022.
La legisladora humanista Mónica Arce (quien no está asociada a ningún comité), el independiente Carlos Bianchi (miembro de grupo PPD-indep.), el mismo Alinco, el radical Tomás Lagomarsino y el ecologista Félix González (hoy en la bancada del Frente Amplio), son votos con los que oficialismo cuenta. Sin embargo, ellos tienen dudas de apoyar a un comunista, o bien tienen otro tipo de reparos.
Por ejemplo, la diputada Arce siente que ha sido constantemente maltratada y aislada por el oficialismo. Lagomarsino ha sincerado sus aprensiones contra los comunistas, mientras que González cree que en este período debiera darse la presidencia a un PDG, aunque no tiene problemas en votar por un PC.
El cuadro de incertidumbre de la oposición no es muy distinto.
El problema para el bloque opositor es que el hipotético piso de 76 votos también se está transformando en un techo, pues las tratativas con el PDG se han complejizado dadas las altas exigencias de este grupo que aspira a tener a uno de los suyos presidiendo la corporación.
Actualmente las tres fuerzas de derecha (Chile Vamos, republicanos y socialcristianos-independientes), parten con una base de 68 votos, pero antes deben congeniar sus intereses y alinear a ciertas individualidades.
De partida, los republicanos ya pusieron un veto a la diputada de Demócratas, Joanna Pérez, quien es la carta de su partido, de la UDI, RN y Evópoli para presidir la Cámara. Sin embargo, en la derecha están conscientes de que sin Demócratas (bancada integrada por 6 legisladores) no existe ninguna chance de ganar la elección de la Cámara.
Si se destraba el nombre de Pérez o se levanta una alternativa aceptable para Demócratas, el bloque opositor podría llegar a 74 apoyos para competir por la presidencia de la Cámara. A ellos se sumaría el presidente de Amarillos, Andrés Jouannet, y el independiente Francisco Pulgar, quien está en conversaciones con Demócratas.
No obstante, Pulgar en las últimas elecciones de mesa siempre ha sido un voto difícil de amarrar. Lo mismo ha ocurrido con Enrique Lee (independiente del grupo socialcristiano), con Miguel Ángel Calisto (indep. Demócrata) o con ciertos legisladores de RN que sorpresivamente se han ausentado de estas jornadas de votación por problemas personales.