Chile está atravesando una grave crisis de gobernabilidad. Gobernabilidad, políticas públicas y modernización del Estado son conceptos que se vinculan estrechamente. Hoy es imparable la inseguridad, seguimos en un profundo estancamiento económico, una grave crisis de la educación y en la salud. La fragmentación política dificulta la posibilidad de llegar a grandes acuerdos.
Se suma a esto el secuestro y asesinato del ex militar venezolano Ronald Ojeda que nos confirma nuestra vulnerabilidad. El crimen organizado es la empresa que mejor aprovecha las ventajas de la globalización y la fragilidad social, y en Chile no se puede parar.
En un momento de incertidumbre económica y social cae la confianza en las instituciones públicas, tal como surge de distintas encuestas en que los partidos políticos y el Parlamento están al final de las preferencias ciudadanas. La aprobación al gobierno está en promedio en solo el 30% sostenidamente, a poco de comenzar el mismo.
El comportamiento político es clave a la hora de hablar de una democracia eficaz.
El compromiso político que hoy debemos asumir, implica llevar a cabo todas las negociaciones políticas necesarias, con generosidad y equilibrio, buscando siempre los mejores nombres para contribuir a elevar la calidad de la política y recuperar la confianza ciudadana.
Darle seguridad, bienestar y una promesa de futuro a los ciudadanos requiere que todo lo anterior se comience a resolver.
El deterioro de la política ya lleva su tiempo. Hemos visto espectáculos políticos denigrantes, diputados que sin respeto al cargo para el que fueron electos, se insultaban, exhibiéndose disfrazados, “por los retiros” con nombres de fantasía, con pancartas “vamos por el próximo retiro”… o “el retiro total”…
Esto no es más que reconocer que vivimos en el imperio de las emociones por sobre las razones.
Con este deterioro, la democracia pasó de llamarse “ el mejor sistema” a llamarse “el menos malo”, producto de los comportamientos no éticos de determinados políticos. Es hora de recuperar la compostura y generar confianza social que, junto al crecimiento económico ,podrán tener efectos positivos y significativos sobre la confianza política.
Con reglas claras, una institucionalidad firme gracias a grandes acuerdos que garanticen la gobernabilidad sumado a un gran compromiso político, podremos revertir el ciclo y transformar el paradójico círculo vicioso de la economía y la política, en un círculo virtuoso sostenible. El tema es cómo.
La respuesta al cómo es clara. Una oposición unida por un objetivo supremo con el claro compromiso por la libertad y la democracia. Algunos no serán parte, lo sabemos.
Es en este momento donde debemos dejar que la historia reciente nos enseñe. El año 2024 tendremos elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales. La inesperada muerte del dos veces Presidente de Chile, Sebastián Piñera, anticipa de alguna forma la elección presidencial, dado que deja un tremendo legado de forma y de fondo, que debe tomarse, liderarse y darle continuidad sumando lo que requiera la necesidad ciudadana y la coyuntura. Ponía él, siempre a Chile primero.
Coincidimos en que primero está Chile y los chilenos, quedando fuera los deseos personales por sobre las necesidades colectivas de los ciudadanos.
Coincidimos en que se debe trabajar para que este gobierno y su coalición junto al Socialismo Democrático, no vuelvan a gobernar.
Coincidimos en que la gravedad de la situación nos requiere unidos y comprometidos tal de no dar pasos en falso.
Coincidimos en que debemos recuperar a Chile, ya que lo hemos perdido con fuerza a partir del 18 de octubre de 2019. Esto nos requiere unidos construyendo estrategias sumando siempre a los mejores, sin mediciones pequeñas.
El pasado nos enseña , el futuro nos reclama.
Si miramos hacia atrás en nuestra historia, una gesta heroica fue la del plebiscito de 1988, en que se eligió salir de la Dictadura. Ganó el NO, por el compromiso, por el trabajo en equipo atrás de un gran deseo y objetivo supremo: recuperar nuestra democracia.
La Concertación de partidos por la democracia, entonces tuvo como gran objetivo el de lograr la normalización democrática, un apropiado tratamiento de los temas de derechos humanos, y el crecimiento adecuado que permitiera darle bienestar a los chilenos. Lo lograron a pesar de sus divergencias ya que habían construido confianzas atrás de algo que los unía, que era recuperar la democracia.
Otra gesta heroica se dio como consecuencia del llamado octubrismo violento y destructivo del 2019, que derivó en la convocatoria al firmar el Acuerdo por La Paz Social y la Nueva Constitución. El proceso constituyente se colmó de mentiras, agresiones, actos de superioridad moral, fracasando además por su contenido que nos desarmaba como país. Amarillos surge como un movimiento en febrero de 2022, llegando a contar con 70 mil adherentes, lo que se explicó por el hecho de compartir el objetivo supremo de rechazar ese texto tal de no perder a Chile. Muchos dejaron sus partidos políticos como la DC, el PS, el PR y el PPD, de donde surge Demócratas, parte del actual centro político, que también se unió a la lucha para rechazar la Constitución entonces propuesta.
Nos unió en ese momento el miedo a perder Chile. Esta claro. Nos unimos, la oposición completa estratégicamente en regiones, en municipios en un intenso trabajo analítico del texto y del trabajo en terreno a llevar a cabo en todo Chile.
Esta gesta heroica y épica de rechazar la propuesta constitucional que desarmaba a Chile destruyendo su sistema político y su identidad surgió del trabajo realizado, pensado y actuado en conjunto de quienes a ella nos oponíamos, con el objetivo de rechazar la Constitución con un objetivo que era : salvar a Chile, lográndose esto el 4 de septiembre de 2022, con un gran triunfo .
No vivimos en un mundo de razones, sino de emociones. El deseo por pertenecer a una tribu, el impulso por hacer algo juntos, tiene una fuerza social muy importante.
En ambas situaciones el “leitmotiv” fue rescatar a Chile de una situación grave y riesgosa.
Hoy nos encontramos ante una situación de una envergadura distinta, pero también grave y riesgosa.
El camino está claro. La historia nos muestra que ante el estallido de un conflicto, muchos sin ser parte oficialmente, se unen voluntariamente a ellas, algunos lo hacen por simpatía con uno de los bandos, otras porque consideran que su deber es contribuir a defender aquello en lo que creen.
Defender a Chile; recuperar Chile debe ser nuestro objetivo supremo.
Unidos por este motivo, administrando convergencias y divergencias, conversando estrategias electorales siempre con la generosidad tal que todos los que sean parte de esta política de “Gran Pacto”, estén medianamente satisfechos.
No caben mas divisiones por pequeñeces.
Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos.