Este domingo, después de nueve meses desde que comenzó la redacción de una nueva propuesta de Constitución, finalmente la ciudadanía se pronunciará A favor o En contra del texto redactado por el Consejo Constitucional. Y sea cual sea el resultado, desde el lunes se abrirán nuevas discusiones, habrá quienes se declaren ganadores y otros que serán considerados vencidos y, sin duda, habrá repercusiones tanto en el oficialismo como en la oposición. La Constitución vigente detalla que si el texto se aprueba, deberá ser promulgado y dentro de los diez días siguientes será publicado en el Diario Oficial. A partir de esa fecha quedaría derogada la Carta vigente. Entonces comenzará la implementación del texto que tiene 62 disposiciones transitorias, de las cuales 26 mandatan al Ejecutivo a enviar proyectos de ley al Congreso. “Esa dictación supone el envío de la norma, luego ya el resto queda entregado al tiempo que tarde en el Congreso su tramitación”, explica la abogada, ex comisionada experta y académica de la U. de los Andes, Marcela Peredo. El abogado y académico de la UDP Javier Couso postula que “dependiendo de la materia hay algunas que tienen plazos desde un año hasta cinco para que envíen diversos proyectos al Congreso, pero esto depende de las prioridades que tenga el gobierno de turno. Entonces, este plazo se extiende y puede que haya artículos que demoren hasta ocho en implementarse”. A juicio del director del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Claudio Alvarado, este escenario sería considerado una derrota para el oficialismo —algunos incluso hablan de que podría acarrear un cambio de gabinete profundo—, pero “con el paso de las semanas se van a dar cuenta en el Gobierno de que el A favor les abre más oportunidades de lo que hoy parece. Se requerirá que el Gobierno mande proyectos de ley y eso, en el caso de un Ejecutivo que está súper complicado por mil flancos abiertos, le da protagonismo y obliga a sentar en la mesa a la oposición con el Presidente a aprobar cosas que, además, en algunos casos guardan relación con prioridades ciudadanas (…). Este es un Gobierno sin hoja de ruta y aquí tendría una prediseñada por los dos años que le quedan”. Igualmente, habría normas que comenzarían a regir in actum, como aquellas relativas a los derechos fundamentales, la declaración de que Chile es un Estado social y democrático de derecho y el reconocimiento a los pueblos originarios, entre otras. Respecto de los artículos que comiencen a regir de inmediato, Couso comenta que “no sería extraño que al día siguiente de la publicación en el Diario Oficial alguien reclame a una Corte de Apelaciones que hay mucha inseguridad en su comuna (en relación con el reconocimiento del derecho a vivir en un entorno seguro) y pida que manden más contingente policial. Esto llevaría a la judicialización y pone bastantes problemas a que se lleven los derechos a cabo”. En el caso de que la propuesta sea rechazada por la ciudadanía, la Constitución vigente no explicita qué ocurrirá, pero hay consenso en que sigue rigiendo la Carta actualmente vigente. Peredo explica que “en términos generales lo que pasaría es que queda la norma vigente. Lo importante es el capítulo final del texto constitucional actual porque ahí es donde está la disposición que permite que el Presidente o el Congreso puedan hacer un proyecto de reforma. (…) No se puede volver a repetir otro proceso sin una nueva reforma”. Los partidos del oficialismo han comprometido que no buscarán abrir un nuevo proceso, pero existen distintas miradas. Alvarado estima que “en el corto plazo, las directivas de los partidos oficialistas y el Gobierno van a intentar mantener el compromiso por todos los medios posibles”, pero en el mediano plazo cree que “va a haber grupos políticos descolgados que de frentón van a querer retomar el tema y, probablemente, el escenario propicio para eso sería la próxima campaña presidencial”. Desde el inicio del debate han existido voces críticas del actual proceso que aspiran a una asamblea constituyente. En una declaración publicada antes de las elecciones de consejeros de mayo, intelectuales y otras organizaciones de izquierda afirmaron que “llamamos a enfrentar este fraude constitucional, planteando la necesidad de retomar el camino de la movilización en pos de una verdadera asamblea constituyente libre y soberana”. Antes de que se finalizara el texto del Consejo, además, se organizó el movimiento Chile vota en contra, liderado por el exconvencional PC Hugo Gutiérrez y apoyado por Daniel Jadue, que también proponía avanzar hacia una asamblea constituyente. Un año antes, el entonces timonel del PC, Guillermo Teillier, cuando todavía no se plebiscitaba el texto de la Convención afirmó que “el proceso no termina hasta que se produzca el cambio de la actual Constitución” (agosto de 2022, El Siglo). Eso sí, desde que se dio a conocer el compromiso del oficialismo, estos no han insistido en el tema. Por otra parte, luego de las elecciones de consejeros, algunos parlamentarios de Socialismo Democrático plantearon que se podría tramitar en el Congreso el anteproyecto de los expertos. También han surgido quienes postulan que podría haber reformas acotadas a la Constitución en el Congreso. Pero a juicio de Alvarado, si triunfa el En contra, “solo va a subir la polarización, las recriminaciones mutuas (…); la derecha va a entrar en un proceso de autocrítica muy grande por haberse abierto demasiado al cambio constitucional y nadie va a querer hablar de reformas constitucionales”. Impacto político Los resultados también impactarán al oficialismo y la oposición dependiendo de la opción que se imponga. Si gana el A favor, la politóloga Claudia Heiss expresa que “el grupo que capitaliza más ese triunfo sería el Partido Republicano, porque fue su decisión llevar la propuesta de la Comisión Experta a un escenario mucho más programático y a su medida. Esa fue la forma en la que ellos decidieron correr hacia la derecha la propuesta, por ende, se impondría su visión por sobre la de Chile Vamos”. Sobre el Ejecutivo, Heiss cree que este está en un momento incómodo y aunque “políticamente es mucho mejor para el Gobierno que no se apruebe el texto, creo que en cualquier caso la derrota del Gobierno, podríamos decir, en materia constitucional, se produjo el 4 de septiembre y hoy día los dos escenarios son adversos (para este)”. A juicio de Paula Walker, consultora comunicacional, si en el plebiscito gana el A favor “hay un triunfo para sectores conservadores de Chile y se va a instalar un clima muy conservador y restrictivo en términos de desarrollo. Pero también a la derecha se le arma un cierto clima de preguntarse quién ganó (…); empezarán a preguntarse internamente si el artífice del triunfo fue la derecha de Kast, la UDI, RN o incluso Evópoli, y eso puede terminar en diferencias que traigan más problemas que beneficios para ellos”. Respecto de la posición del Gobierno, Walker apunta que “el triunfo del A favor es un mal escenario, porque terminarán firmando una Constitución claramente de derecha y eso lo saca inmediatamente del juego, porque entran en la etapa de implementación enterrando definitivamente el programa”. Conclusiones similares tiene el analista político Gonzalo Cordero, quien consigna que si gana el A favor “se consolida un conjunto de principios del orden social que la derecha ha sostenido por mucho tiempo. Esto no sería una victoria programática para el sector, pero sí una gran victoria política, en el más propio sentido de la palabra”. Cordero es más tajante en su análisis y señala que este escenario “sería la mayor derrota política de la izquierda en la historia republicana de nuestro país. Debiera significar un golpe devastador para el Frente Amplio y todo su mundo, lo que incluye a la expresidenta Bachelet”. Los efectos del En contra El caso contrario, con un triunfo del En contra, a juicio de Heiss, “podría devolverle un protagonismo a la derecha más moderada, beneficiaría a la centroderecha, porque en el fondo, en la disputa interna, la hegemonía dentro de la derecha debilitaría a los republicanos y sería un fracaso de la apuesta que hicieron sobre extremar posiciones con ellos al mando”. En cuanto a los réditos que pueda sacar al oficialismo, Heiss comenta que son escasos y “pese a que no puede salir a celebrarlo como un triunfo, es una oportunidad para cerrar definitivamente el tema constitucional, tender puentes con la oposición y retomar la agenda social”. Para Paula Walker, independiente del resultado, “quien saldrá fortalecido será Kast y su partido, porque se quedan con un texto que les gusta y terminan el proceso constitucional. En cambio, en la vereda del frente está Evelyn Matthei, porque las vueltas de carnero que se dio con apoyar o no el texto y lo tarde que se sumó a la campaña pueden traer repercusiones a su estatus”. En este caso, dice Walker, el Ejecutivo deberá “gestionar las prioridades de las personas y hacerlas conversar con las prioridades programáticas. Pero también, el Presidente Boric tiene que mejorar sus equipos para profundizar la gestión y para eso es necesario un cambio de piezas en el gabinete”. “La oposición pierde una gran oportunidad para posicionarse de buena manera ante la ciudadanía”, dice Gonzalo Cordero en el caso de triunfar el En contra, y añade que esto “también consolidaría la derrota definitiva del octubrismo y termina el proceso constitucional”. Dentro de esa misma línea, Cordero considera que el oficialismo no podría sacar cuentas alegres porque “el Frente Amplio y el PC terminan este proceso muy debilitados; por ende, sus líderes siguen consolidando el rápido fracaso de su proyecto y sus promesas. Es de esperar que el Gobierno sea más humilde y que se olvide definitivamente de sus delirios refundacionales, para enfocarse en la necesidad de las personas”. Para Alvarado, “si gana el En contra los que se ven beneficiados son aquellos que quieren enrostrarle el fracaso al sistema político completo. El ala izquierda del oficialismo, la gente que explícita o implícitamente se aprovecha del caos, del desorden, de la polarización y, por supuesto, también lo que hay a la derecha de republicanos”. Respecto del oficialismo, el director del IES postula que “el triunfo del En contra para la izquierda tendría sabor amargo, sería una victoria pírrica porque después de décadas de estar promoviendo una Constitución nacida en democracia, de querer reemplazar la Constitución de los cuatro generales, el mejor escenario posible es mantener la Constitución vigente. Y yo creo que eso confirma el grado de derrota política y cultural en que está metido este mundo”.
Fuente: Emol.com – https://www.emol.com/noticias/Nacional/2023/12/15/1115821/escenarios-post-plebiscito.html