“No me arrepiento”, dice el ex-Presidente Sebastián Piñera al recordársele que fue durante su segundo mandato -en 2019-, y para encauzar el estallido social, que se abrió el proceso constitucional, que tuvo dos tiempos -la Convención (2021) y el Consejo (2023)- fallidos. “¿Qué opciones tenía nuestro gobierno el 12 de noviembre del año 2019?”, replica. Y sentencia: “Seguimos el camino del diálogo y no el de la fuerza. Fue una muy buena decisión”. Eso sí, lamenta lo que denomina la pérdida de construir una Constitución en democracia.
¿Lo sorprendió el resultado del plebiscito constitucional de diciembre?
No. Todas las encuestas públicas conocidas marcaban con mucha claridad una ventaja del “En contra” por sobre el “A favor”. Pero además era lo que uno intuía. Y creo que nos perdimos una gran oportunidad. Tuvimos una segunda oportunidad y la perdimos.
¿Por qué cree que se dio ese resultado?
Hubo algunos factores claves. La propuesta de los expertos es una buena propuesta. Pero se confundió, en parte, lo que es un programa de gobierno con lo que es una Constitución. Un programa de gobierno es un plan que una coalición le propone al país para un gobierno, una Constitución es un marco de unidad que debe durar décadas y décadas. Los dos principales errores de nuestro sector fueron, en primer lugar, poner en duda la Ley de Aborto en tres causales, porque eso alienó a las mujeres. Si usted ve los resultados, la gran derrota se produjo entre las mujeres y entre los jóvenes. Y, en segundo lugar, hubo cosas absurdas como, por ejemplo, el tema de las contribuciones, que no es un tema constitucional. Es un tema de política pública. Hubo dos errores, entre otros, que nos hicieron perder una gran oportunidad y volvimos, después de cuatro años, a fojas cero.
Los dos factores que usted marca son enmiendas que impulsó el Partido Republicano. ¿Atribuye esos errores a los republicanos en particular o fue Chile Vamos que no supo neutralizar la hegemonía de una derecha más radical?
La principal responsabilidad la tiene quien era mayoría en el Consejo Constitucional, que era el Partido Republicano. Pero también es cierto que Chile Vamos tenía los votos suficientes para haber podido lograr un acuerdo para una Constitución que fuera aprobable por la opinión pública y que eliminara estos gustitos, errores y excesos.
¿Un acuerdo con la centroizquierda dice usted?
No bastaba un acuerdo de Chile Vamos con la izquierda porque se requerían tres quintos de los votos. Era fundamental que concurriera el Partido Republicano. Era lograr un buen acuerdo con Republicanos y no permitir excesos, errores o gustitos que finalmente terminaron significando la derrota.
¿Por qué usted cree que Chile Vamos no hizo ese esfuerzo?
Creo que faltó conducción, liderazgo. Los consejeros de Chile Vamos actuaron en forma cada uno bastante autónomo e independiente, no hubo una conducción o una visión estratégica, porque el gran objetivo era una buena Constitución, una nueva Constitución, pero una Constitución que pudiera ser aprobada en el plebiscito.
¿Esa responsabilidad de conducción era de las directivas?
Creo que ahí hubo una falla de estrategia, de planificación, de coordinación, de visión.
¿De las directivas o los propios consejeros?
Ambos. Ambos.
Dice usted que se volvió a fojas cero después de estos dos fracasos. ¿No cree que se ganó estabilidad luego de que la izquierda diera por cerrado el proceso y validara la actual Constitución?
Creo que hubiera sido mejor haber aprovechado esta magnífica oportunidad en democracia de aprobar una nueva, buena Constitución. Eso habría dado mucho mayor estabilidad y fuerza al marco institucional y permitirnos dejar de discutir permanentemente en torno a ese marco y concentrarnos en las grandes prioridades de los chilenos. Seguridad, crecimiento… empleo, inversión, salud, educación, etc. Además nos permitía levantar la vista de este pantano y ver las maravillosas oportunidades que ofrece el mundo moderno, que estamos mirando de lado y en cierta forma dejando pasar. Hubiera sido mejor aprobar una nueva Constitución que simplemente volver a fojas cero con la misma Constitución actual.
Pero usted mismo dice que había ripios, que la propuesta tenía más de programa de gobierno que de nueva Constitución. ¿Cuál era la ventaja de aprobar esa propuesta del Consejo?
Digo que perdimos la gran oportunidad de haber logrado un buen acuerdo constitucional. Que incorporando valores básicos como la unidad del país, el respeto a una democracia verdadera, con Estado de Derecho, con separación de poderes, más derechos sociales, haber garantizado mejor valores esenciales como la igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades, la igualdad entre hombres y mujeres, la protección del medio ambiente. Todas cosas que pudimos haber incorporado a la Constitución y que hubieran requerido un mejor acuerdo entre Chile Vamos y Republicanos. El oficialismo desde el primer día acordó rechazarlo todo, no era ese el camino, se intentó, pero no se logró. El camino era habernos puesto de acuerdo entre nosotros, de presentarle al país una buena Constitución que pudiera ser aprobada por la opinión pública. Y eso no lo logramos.
¿Le cree a la izquierda cuando señala que no va a abrir un nuevo proceso constitucional?
La actual Constitución es la misma, pero con quorums más bajos de reforma. Por tanto, se pueden reformar leyes orgánicas como, por ejemplo, Banco Central, Fuerzas Armadas, Fiscalía, Sistema Electoral, simplemente con la mayoría absoluta de los miembros en ejercicio. Por tanto, es una Constitución que tiene menos garantías de estabilidad. Creo que la izquierda va a seguir insistiendo en revivir su visión constitucional, como lo hizo cuando tuvo poder en la Convención y planteó una propuesta aberrante. Yo creo que eso va a volver a ocurrir en el futuro.
Es decir, ¿usted no cree que ganamos en certidumbre?
Ganamos en certidumbre, pero no hemos conquistado la verdadera estabilidad y seguridad que da un acuerdo en democracia. Un gran acuerdo para que todos entiendan que la Constitución es respetable y debe ser respetada por todos. Y no esta situación actual en que algunos sienten que pueden pasar por encima de la Constitución cada vez que quieran.
En algún minuto la clase política se convenció de que el cambio de la Constitución resolvía los problemas de Chile, a propósito del estallido social. Usted también pareciera que se convenció de eso cuando dio luz verde al proceso constitucional. ¿Cómo lo mira ahora con cierta perspectiva y cómo se convenció de ello en su minuto?
Aquí hay una pregunta y una afirmación.
Despéjelas usted mismo…
En algún momento la izquierda planteó que la culpa de todos los males de Chile era el sistema neoliberal. Signifique lo que signifique. Y agregó que todas las soluciones a estos males estarían en una nueva Constitución, que fue la que ellos propusieron en la Convención. Eso es un error garrafal. Los países requieren una Constitución que sea aprobada y respetada por todos, pero las constituciones no resuelven todos los problemas como pretendía la izquierda. Ese fue un ejercicio de populismo y demagogia pura. Las constituciones son el marco, pero a partir de eso hay que construir las soluciones que el país necesita. Nunca creí que la Constitución era la solución a todos los problemas.
Esa era la afirmación. Ahora, la pregunta.
Efectivamente nosotros el 12 de noviembre de 2019, después del estallido brutal de violencia, sin límites, sin piedad, que no respetaba nada y nadie, propusimos al país ese triple acuerdo que era por la paz, una mayor justicia social y por una nueva Constitución. Quiero recordar que el día que hicimos la propuesta, toda la oposición, desde la DC al PC, publicó una carta esa mañana del 12 de noviembre, en que decía que el proceso constitucional estaba lanzado, que lo había resuelto la calle, y por tanto que era un hecho consumado. Cuando leí esa carta en la mañana no lo podía creer. Esa carta fue un grave error. Porque la soberanía reside en la gente, no en la calle, y mucho menos en los violentistas.
Aun así usted dio su visto bueno a la apertura de un proceso constitucional…
Por supuesto que sí, porque creía y sigo creyendo que los países sabios no se pasan toda su vida y toda su historia dividiendo y confrontándose en torno a la Constitución, sino que esta es el gran marco, le da unidad, proyección y estabilidad a la legítima diferencia y discrepancia dentro de una democracia. Y por eso sí creía que era necesario lograr, después de 40 años de discusión y debate, un buen acuerdo sobre una nueva Constitución en democracia.
¿No fue una decisión que tomó presionado por la clase política?
Por supuesto que eran tiempos muy especiales y había muchas presiones. Había mucha violencia y había mucha angustia, mucha incertidumbre. Y un Presidente tiene que buscar una salida a esa crisis política y de violencia que estaba viviendo el país. Había dos grandes caminos, no había más. Uno era el camino de la fuerza, de sacar a los militares a la calle, el camino de los estados de excepción constitucional. Y el otro camino era el camino del diálogo, de los acuerdos, que es el camino de la democracia. Y nosotros, frente a esa disyuntiva, optamos por el camino del diálogo, los acuerdos y la democracia. Y me alegro de haberlo hecho porque pienso que era definitivamente el mejor camino. El otro pudo haber conducido a una crisis total, incluso a una guerra civil. Ahora, que el camino de los acuerdos no llegó a buen puerto, lo lamento mucho porque, como le decía antes, perdimos una gran oportunidad.
Una parte de la derecha siempre ha señalado que usted “entregó” la Constitución para permitir la continuidad del gobierno y ha tenido una visión muy crítica por abrir ese proceso…
Esa derecha dura y crítica, a veces habla desde el limbo, como si estuviéramos viviendo en Narnia. ¿Qué opciones tenía nuestro gobierno el 12 de noviembre del año 2019? Después del estallido social, el 12 de noviembre fue uno de los días más violentos en la historia de nuestro país. Se produjeron hechos de violencia impresionantes y desconocidos en Chile. Además, gran parte de la izquierda validaba la violencia como un instrumento legítimo en la lucha política. Adicionalmente, se dedicaban a denostar, desprestigiar y criticar a Carabineros de Chile y a Investigaciones, que eran las fuerzas de orden y seguridad que tenemos en democracia. Eran tiempos muy difíciles. Nosotros seguimos el camino del diálogo y no el camino de la fuerza. Y creo que fue una muy buena decisión. Le diría a esa gente que critica, qué opción ofrecían ellos. Una cosa es la política teórica desde la comodidad, de nuestras propias posiciones, y otra cosa es la política real, que es cuando uno enfrenta opciones reales, en que ninguna es buena, en que todas tienen costo y beneficio. Ese día, después de una discusión muy fuerte y muy apasionada en mi oficina, les pedí a todos que se retiraran para poder reflexionar con tranquilidad y en paz. Y ahí tomé la decisión del camino del diálogo. Y no me arrepiento.
¿La derecha resigna algo de su posibilidad de llegar a un nuevo gobierno con este ejercicio fallido del Consejo Constitucional?
Los principios, los valores y las ideas de la derecha reflejan mucho mejor los principios, los valores y la idea del pueblo chileno, que las propuestas de izquierda. Las ideas de libertad, de mérito, de respeto, de disciplina, de responsabilidad fiscal, de libertad de elección, no solamente para elegir presidente o elegir constitucionales, sino también para elegir la salud de nuestras familias, la educación de nuestros hijos, o poder elegir en temas tan delicados y tan importantes como los temas de conciencia, la religión, el culto, la libertad de expresión, son ideas muy adentradas en el alma de los chilenos, y eso se demostró en los últimos tiempos. Obviamente que para lograr ganar la próxima elección presidencial se va a requerir hacer las cosas mucho mejor de como las estamos haciendo.
¿No comprometió la derecha parte de sus opciones teniendo un desempeño fallido en el Consejo?
No haber logrado aprovechar con sabiduría, con prudencia y con inteligencia la tremenda oportunidad de haber logrado un buen acuerdo constitucional, pero al mismo tiempo que fuera aprobable por la opinión pública, debilitó a la derecha.
¿Cuál es su propuesta para la oposición?
La gran misión de la oposición es sacar a Chile de este pantano. Ponerlo en marcha. Hacer que Chile recupere el rumbo, el ritmo y se ponga en marcha hacia lo que todos queremos. Un país más libre, más próspero, más justo. Para eso la propuesta que hago es muy simple. Primero, que dentro de la oposición, y en esto incluyo desde el centro, Chile Vamos y Partido Republicano, logremos un acuerdo con las bases esenciales de una alianza política al igual que lo hizo la centroizquierda para recuperar la democracia.
¿Qué se requiere para ese camino?
Se requieren cuatro pasos. Primero, un gran acuerdo sobre las bases esenciales de ese proyecto de país que a mi juicio debe ser un compromiso claro y categórico con la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos; un compromiso con la economía social de mercado libre, abierta, competitiva, y además con responsabilidad fiscal; un compromiso con la derrota a la pobreza y por una mayor igualdad de oportunidades; un compromiso con igualdades básicas, como la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres, como la libertad de conciencia, de culto, de expresión, de reunión, de emprendimiento y de elección, y un compromiso también con algunos principios básicos como la protección del medio ambiente y el aprovechamiento de las oportunidades futuras. Esa sería nuestra guía y carta de navegación. Segundo, fijar con mucha claridad las prioridades del próximo gobierno: seguridad ciudadana, crecimiento, empleo, salarios, educación y salud, modernización del Estado y sobre todo desatar las fuerzas de la libertad, de la imaginación, de la creatividad, del emprendimiento, que hoy día están totalmente ahogadas. Tercer criterio, un acuerdo para enfrentar unidos las elecciones unipersonales, gobernadores, alcaldes y presidenciales. Acuerdos de acción o acuerdos de omisión. Y en cuarto lugar, acordar un proceso democrático para elegir el candidato a presidente de esta futura alianza, que podría ser por primarias o por acuerdos y pactos de apoyo de segunda vuelta.
¿No peca de optimismo? Las derechas salieron peleadas tras el Consejo y José Antonio Kast, por ejemplo, ya dijo que no va a participar en primarias…
Digo primaria o pacto de segunda vuelta. Mire, sin optimismo, sin voluntad, sin decisión, sin compromiso, sin pasión, Chile no va a salir de este pantano de mediocridad y estancamiento en que estamos.
Hay veces en que el optimismo es solo voluntarismo… la derecha ha abierto un debate respecto de su futuro y hay una parte importante de esa derecha que no quiere saber nada de republicanos. El centro, Demócratas y Amarillos también han planteado un punto sobre republicanos…
Este no es un camino que esté pavimentado y con alfombra y cubierto de arcos de rosas. Este es un camino duro, difícil, pero urgente y necesario. Estoy consciente de todas esas dificultades, pero mientras más grandes son las dificultades y mientras más grande es el valor y la misión de esa gran alianza, más fuerte tiene que ser nuestro compromiso y nuestra voluntad de lograrlo.
¿Qué rol va a cumplir usted para que se cumplan estos pasos?
Quiero colaborar como ex-Presidente a que la oposición logre unirse en torno a esta gran misión, a este gran proyecto, a esta gran tarea, que es grande, que es noble, que es urgente, que es necesaria. Y que es sacar a Chile de esta situación de pantano, mediocridad, estancamiento, frustración, en que estamos.
¿Ha sido proactivo en esa misión que se autoimpone?
Estoy trabajando en esta misión desde hace algún tiempo.
¿Qué rol tienen que jugar las figuras mejor posicionadas del sector, como José Antonio Kast y Evelyn Matthei?
Sin duda que ellos son hoy día las dos figuras mejor posicionadas y por tanto tienen una responsabilidad muy especial en no dejar que los árboles les impidan ver el bosque. Esta es una tarea no solamente de un partido ni de Chile Vamos. Esta es una tarea tan grande, tan difícil, tan noble, tan necesaria, tan desafiante, que requiere una gran alianza para tener mayoría política en el Congreso, para tener mayoría social y cultural en la gente, para poder hacer estas grandes transformaciones.
¿Y cree que Matthei y Kast tienen ese liderazgo con estos rasgos que usted plantea?
Creo que tienen las condiciones para ejercer ese liderazgo. Y creo que Chile Vamos, además, no debe actuar al ritmo o a la música que pone Republicanos. Debe actuar al ritmo y a la música de lo que demanda el país. Esta propuesta de una gran alianza para una gran misión es lo que Chile hoy día necesita.
¿Usted no es de los que creen que Republicanos quieren reemplazar a Chile Vamos, así como el Frente Amplio intentó en su minuto reemplazar al eje de la centroizquierda más tradicional?
Una cosa pueden ser las intenciones de algunos, pero hoy día no estamos para ese tipo de motivaciones o intenciones. Hoy día Chile vive un momento tan delicado, tan crítico, que exige y requiere conductas mucho más grandes que las que hoy día en cierta forma en Chile se ubican. Lo he dicho otras veces, sobran izquierdas y derechas, y lo que falta es más profundidad y más altura. Desde mi cargo de único ex-Presidente de nuestro sector, quiero colaborar a que nuestro sector no se agote en pelea y rencilla interna y pequeña entre los partidos, sino que asuma su gran responsabilidad histórica de sacar a este país, a nuestro país, al único país que tenemos, de este pantano y ponerlo nuevamente en marcha.
¿No se siente a veces un poco solo en ese ímpetu? Uno ve que la derecha más bien está en un ánimo todavía de reacomodo, lamiéndose las heridas..
Hay tiempos y tiempos. Ya pasó el tiempo de lamentarse las heridas. Ahora es el tiempo de asumir nuestra gran responsabilidad histórica. Y por supuesto que a veces uno se siente solo; pero yo soy, por naturaleza, optimista, perseverante y apasionado con las cosas que creo que son buenas para Chile.
Dijo que el fracaso del proceso constitucional debilitó a la derecha. ¿Cree todavía que su sector tiene la primera opción de ser gobierno en la próxima elección?
Sí, definitivamente sí. Por todo lo que le acabo de decir. Porque el actual gobierno no lo ha hecho bien. Hoy día tenemos un país, un país más dividido, más estancado, más empobrecido, más inseguro. Y eso no es lo que el país quiere y aspira y lo pide a gritos todos los días.
¿Usted valora los giros que ha dado el gobierno respecto de sus propias convicciones en el último tiempo? Los temas son muchos: seguridad, Araucanía, el diálogo con el mundo privado. El Presidente Boric ha sido explícito, y en estas páginas el fin de semana pasado el alcalde Tomás Vodanovic (RD) decía que fueron una oposición sumamente mezquina con usted…
Leí la entrevista del alcalde Vodanovic y, por supuesto, siento que la oposición que tuvo nuestro gobierno fue muy pequeña, muy mezquina, muy partisana, con poca grandeza y poca generosidad. Y eso le hizo mucho daño a nuestro país. Por supuesto que valoro los cambios de posición o los reconocimientos que ha hecho el actual gobierno, incluyendo al Presidente Boric. Lo que estoy diciendo es que cuando uno durante mucho tiempo se opone majaderamente a una agenda de seguridad que el país necesitaba con urgencia, cuando durante mucho tiempo valida, valora, justifica, incluso apoya la violencia, cuando durante mucho tiempo cae en el populismo y la demagogia de prometer lo que sabe que no es bueno para el país y que no se puede cumplir, genera un daño muy grande. Y, por tanto, cuando uno se arrepiente y cambia, no elimina el daño causado.
Parte de los cambios del gobierno respecto de su postura fue el acuerdo de SQM y Codelco por el litio, ¿no? ¿Le pareció una buena resolución del problema?
Chile está en una posición absolutamente espectacular. Tenemos sol, cobre, litio, cobalto, tierras raras, tenemos hidrógeno verde. Tenemos un tremendo potencial para resolver y contribuir a resolver, no solamente en Chile, sino que a nivel mundial, el problema del calentamiento global. Y por eso nosotros quisimos aprovechar la enorme oportunidad del litio en el momento oportuno. Licitamos cinco derechos a explotar litio que fueron ganados en una competencia limpia y transparente por cinco empresas. Ninguna de ellas, de las existentes en Chile, que eran Albemarle y Soquimich, que si bien participaron, no ganaron porque las otras ofertas fueron mejores. Y eso nos habría permitido a nosotros haber ganado participación y haber recuperado el lugar que nos corresponde en la industria del litio. Chile dejó de ser el primer productor. Hoy día es Australia. Y tal como vamos, vamos a ser superados prontamente por Argentina. Esa licitación la botó el actual gobierno. Y ahí perdimos dos años. Finalmente se recurrió a un camino más corto, que era en vez de crear una empresa nacional del litio buscar esta asociación entre Codelco y Soquimich. Mire, yo no conozco los detalles exactos de… pero pienso que en general es un acuerdo razonable.
¿Razonable? Usted hubiera preferido una licitación por lo que se entiende.
Efectivamente. Pero había problemas con la licitación. Usted sabe que era la continuidad.
El gobierno fue muy crítico de todo el tema de las platas políticas en el que estuvo involucrado SQM y cuyo principal accionista es Julio Ponce. Queda claro que usted no habría optado por un acuerdo directo con SQM, pero su gobierno ¿podría haber suscrito un acuerdo con SQM y que no se desatara la polémica?
Son preguntas tan hipotéticas… La verdadera diferencia es que creo que nosotros como oposición tenemos una actitud mucho más seria, mucho más responsable, mucho más patriótica que la que tuvo la oposición que tuvimos que enfrentar nosotros durante nuestro gobierno.
¿En su mandato los ministros tenían reuniones como las que se han conocido ahora de miembros del gabinete de Boric en la casa de Zalaquett?
Naturalmente que el Presidente y los ministros tienen como parte de sus funciones escuchar, reunirse, compartir, informar, recibir sugerencias, comentarios. No toda reunión privada es una reunión que requiera ser regulada por el lobby. Sin embargo, cuando se reúnen ministros de un área, por ejemplo Economía y Medio Ambiente, con empresarios de un sector, la salmonicultura, para discutir temas no generales, sino que específicos de ese sector, creo que eso sí requiere estar regulado por la Ley de Lobby.
Le pregunto si sus ministros tenían este tipo de actividades o no…
Mire, reuniones con gremios por supuesto que sí. Este tipo de reuniones, no. Está muy bien generar diálogo con el mundo privado. Y por eso nosotros muchas veces invitábamos a La Moneda a las organizaciones gremiales, las organizaciones sindicales, las organizaciones empresariales, a conversar y discutir, pero transparentemente, arriba de la mesa. Estas malas prácticas dañan mucho el buen propósito, que es que debe haber un diálogo fluido, transparente y permanente entre el sector público y, cierto, los distintos sectores de la sociedad. Pero hay que hacerlo siempre en forma transparente.
¿Usted mantendría al general director de Carabineros, Ricardo Yáñez, una vez formalizado en una causa?
Creo en la independencia y autonomía de las instituciones para cumplir su función. Y, por tanto, no pretendo interferir con eso, y dejar que las instituciones funcionen. Sin perjuicio, las instituciones tienen que funcionar en forma oportuna. Este es un caso que ya lleva más de cuatro años. Y creo que no es prudente tener casos de esta naturaleza y de esta magnitud, abiertos, desformalizadamente, cierto, sin información durante tanto tiempo. Así que yo espero que estos casos se resuelvan. En nuestro gobierno sí teníamos una definición sobre eso. Quiero decir que cuando nos tocó enfrentar las brutales consecuencias de violencia y destrucción del mal llamado estallido social, fijamos como criterio para enfrentar esa situación un doble objetivo, resguardar el orden público y proteger a los ciudadanos y al mismo tiempo respetar los derechos humanos y proteger la libertad de las personas. Y en ese doble objetivo, tanto el general Yáñez como el general Rozas siempre colaboraron.
Usted me decía que en su gobierno tenía un principio. ¿Y cuál era ese principio?
Era analizar cada caso en su mérito.
La ex-Presidenta Michelle Bachelet retomó protagonismo político. ¿Cuánto compromete sus planes que ella eventualmente decida repostular a La Moneda?
Mi decisión es independiente de la decisión de la ex-Presidenta Bachelet.