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¿Mantener o no la estrategia? Qué están dispuestos a ceder los republicanos y el diseño para la etapa final del Consejo

El Partido Republicano se está preparando para contener la arremetida de los otros partidos políticos que exploran la opción de llegar a un acuerdo fuera del Consejo y así modificar el texto en la Comisión Experta. La colectividad que fundó José Antonio Kast no cambiará su plan de evitar un pacto transversal, excluir a las fuerzas de izquierda e intentar revivir el 62% con Amarillos y Demócratas. La duda está en qué normas soltar en la fase de los expertos y en la comisión mixta.

El lunes, cuando la bancada republicana y el comité estratégico supo de la reunión que tuvieron los presidentes de partido de la UDI, PS y RN para explorar la posibilidad de llegar a un acuerdo político fuera del Consejo que permita apuntalar el proceso constitucional, los consejeros republicanos y sus asesores notaron que el escenario había cambiado y estaba partiendo una nueva etapa. “Llegó la hora de hacer política y con nuevos interlocutores”, comentó en el pasillo un integrante de esa bancada.

La irrupción de los partidos obligó a que los republicanos analizaran las nuevas opciones que se abren, sobre todo sabiendo que en menos de una semana el texto será despachado del Consejo, la bancada perderá el control y el poder nuevamente volverá a las fuerzas tradicionales de Chile Vamos y el oficialismo, que son quienes dominan a 23 de los 24 comisionados. Republicanos solo tiene un representante: Carlos Frontaura.

Hasta el momento, la estrategia republicana ha sido conducir el proceso para que, en las formas, sea diametralmente distinto a la Convención, insistir en todas las instancias y mesas de diálogo posible y, llegado el momento en que no se pueda arribar a un acuerdo, avanzar ejerciendo su mayoría junto con al menos ocho votos de Chile Vamos para tener los 3/5 del pleno.

Ese camino, dice un consejero republicano, implicaba renunciar a la “tesis Kumbayá”, que es la forma en como algunos se refieren a la estrategia de optar por negociar un acuerdo amplio y transversal, con los partidos de la mano, al estilo de la Comisión Experta y tal como lo viene pidiendo desde el inicio los consejeros de la minoría oficialista.

El nuevo escenario que enfrenta el Consejo, cuentan fuentes del Partido Republicano, no ha provocado cambios en el diseño de la bancada de 22 consejeros. La definición es que la estrategia se mantiene, es decir, no tomarán el camino del acuerdo transversal, ya que están convencidos de que esa alternativa “no mueve las urnas”.

Más aún cuando ven que los temas conseguidos en el borrador -hasta el momento- trae asuntos que hacen conexión con la ciudadanía y son valorados por las personas. En este punto destacan que se trata de un texto por la seguridad, que se hace cargo de temas migratorios, que termina con las contribuciones, que protege la propiedad de los fondos de pensiones, con libertad de elección en salud y seguridad social, con nueva magnitud de distritos y una Cámara con menos escaños.

En esa línea persistirán en lo que el mismo José Antonio Kast ha reconocido públicamente en sus redes sociales, es decir, la exclusión de fuerzas políticas de izquierda como el Frente Amplio, el PC y el gobierno. “Si el PC y el FA están en contra, vamos por buen camino”, posteó hace poco el líder republicano en sus redes sociales. El discurso lo ha mantenido invariable las últimas semanas.

Si bien los republicanos sí están interesados en poder sumar al PS, hasta el momento reconocen que el bloque de izquierda “es inquebrantable”. Esto debido a que han intentado en varias ocasiones explorar una negociación solo con los socialistas y sin el resto de los partidos, pero la colectividad que lidera la senadora Paulina Vodanovic ha sido enfática en cerrar esa puerta.

Consejeros como Antonio Barchiesi han tratado de provocar al PC afirmando que están en contra. “Es evidente que el PC va por el rechazo y lo honesto sería transparentarlo”, afirmó en agosto. De vuelta los comunistas han respondido que ellos siguen arriba del proceso y la decisión recién se tomará al final con el texto cerrado.

¿Un acuerdo a cambio de qué?

Dado que los republicanos creen que un acuerdo transversal -desde “el PC hasta republicanos” como pide el timonel PPD Jaime Quintana– no es viable, fuentes del partido afirman que no están disponibles para firmar un documento de consenso total “y reeditar un ‘Acuerdo por Chile’ 2.0″. El análisis es que electoralmente no suma mostrar una imagen de “cocina” ante la ciudadanía, siendo que el órgano electo para decidir las normas es el Consejo.

Por lo mismo, el Partido Republicano mira con mucha atención lo que ocurrirá con la Comisión Experta. A más tardar el 7 de octubre, el Consejo tiene que despachar el texto a los comisionados para que los 24 expertos -en cinco días- formulen sus observaciones. Ese informe tendrá enmiendas para modificar el texto, que deberán volver al pleno de consejeros para que se aprueben por 3/5 y se rechacen por 2/3. Todo lo que no caiga en alguna de esas dos opciones, se derivará a una comisión mixta para que proponga una solución a las normas en controversia.

Los republicanos ven dos opciones en la fase de los comisionados. La primera es que los expertos de izquierda y los de derecha consigan sus votos para lograr los 3/5 en la Comisión Experta -es decir al menos 14 votos- y cambien aspectos sustantivos del borrador del órgano redactor.

Esto, dicen los republicanos -que solo tienen al comisionado Frontaura- implicaría que de parte del oficialismo exista un compromiso de que si se logra ese acuerdo, ellos de forma posterior entreguen señales positivas al texto y en el proceso y cambien su narrativa. La lógica de los republicanos es que si ellos van a ceder en algunos de los puntos, necesitan certeza de que transando, los oficialistas se sumará al barco del “A favor”.

La otra opción, y el escenario más adverso para los republicanos, es que los partidos de Chile Vamos y el oficialismo que tienen presencia en la Comisión Experta logren un acuerdo entre ellos, consigan los 14 votos y rediseñen fuertemente el texto del Consejo. Si eso ocurre, cuando las observaciones de los comisionados vuelvan al pleno del Consejo, los republicanos no tendrán los 2/3 para rechazarlas ya que no estarán los votos de los consejeros de Chile Vamos.

Este escenario, reconocen los republicanos, es el más complejo y es cuando su estrategia se pondría cuesta arriba.

Las normas para ceder

Al momento de pensar en los cambios que se pueden hacer al texto, los republicanos han optado por mantener en reserva los temas específicos que podrían ceder. Hasta el momento solo han llegado incipientes señales de apertura. “Lo que está votando hoy día el pleno, tanto a favor como en contra, no se ha escrito en piedra (…) No corresponde dar por cerrada ninguna materia a esta altura del proceso”, afirmó el delegado de los republicanos Luis Silva. Su intervención se enmarca en el diseño del partido para que sus consejeros mantengan la narrativa favorable al diálogo, pero siempre manteniendo distancia con la posibilidad de firmar un acuerdo final.

Pese a eso, fuentes republicanas del Consejo entregan algunas luces. El fin del pago de contribuciones, en principio, no lo van a dejar caer. Esta idea es una de sus normas más protegidas, ya que es una “potente arma electoral”. Otra línea roja, que no quieren ceder, es la protección a la vida. En esto los republicanos no desistirán de su objetivo de “robustecer la protección de la vida”.

Para eso en la Comisión Experta van a ir directo a intentar revivir la cláusula del Pacto de San José -que se cayó en el pleno por la abstención de cuatro consejeros de Chile Vamos- y tratar de conseguir que los comisionados dejen el fraseo textual de dicho instrumento internacional: “persona es todo ser humano”.

Como saben que los cálculos no dan para eso, esa postura les permitirá que, llegado el momento de ceder, se mantendrá la cláusula visada por el pleno que protege la vida de “quien está por nacer”.

Aquí fuentes republicanas dicen que “por ningún motivo” aceptarán retornar a la frase clásica de la Constitución de 1980 que solo dejó que la ley protegerá la vida “del que” está por nacer. Sobre la inclusión del “quien”, comentan que la columna de Carlos Peña en la que afirma que no se objeta la ley de aborto en tres causales, les juega a favor. Sin embargo, el asunto es materia de una disputa interpretativa. Otros académicos, como Álvaro Ferrer, piensan distinto.

En materia de derechos sociales el asunto se pone más complejo. Fuentes republicanas comentan que no van a ceder en libertad de elección, pero que podrían buscar opciones alternativas en algunas redacciones. Por ejemplo, que el plan básico de salud sea ofertado por instituciones privadas sin fines de lucro, que la libertad de elección solo quede a nivel del plan básico de salud y en seguridad social no modificar lo aprobado en el pleno, pero buscar una compensación en las normas sobre impuestos haciendo la vinculación con pensiones y la solidaridad.

Respecto de la norma transitoria de paridad de salida -que se rechazó solo por tres votos-, los republicanos podrían aceptarla a pesar de que están en contra. Para esto les sirve como antecedente que, hace varios meses, Kast afirmó públicamente que no tiraría el mantel por la paridad, mientras que posteriormente Silva reforzó el punto diciendo que la paridad no era un asunto de principios.

Si bien entre los republicanos transmiten que estas materias quieren protegerlas, agregan que podrían concederlas si eso genera que las fuerzas de centro y algunas de izquierda se comprometan con el “A favor”.

Cuando se llegue a la cancha más chica de las observaciones, otra alternativa es que dado que el texto eliminó las leyes orgánicas constitucionales -al transformarlas en leyes institucionales de 4/7- se podría reabrir ese debate para eliminar asuntos del texto constitucional y dejarlas en una opción intermedia.

Revivir el 62% con Amarillos y Demócratas

Si bien los republicanos no están interesados en convencer a las fuerzas de izquierda, sí tienen mucho interés en sumar al barco del “A favor” a las fuerzas políticas de centro, es decir, Amarillos y Demócratas. Respecto de Amarillos, las conversaciones entre el presidente de los republicanos, Arturo Squella, con los dirigentes del partido emergente han sido constantes. El nexo principal es a través del exdiputado Zarko Luksic.

De hecho, los republicanos comentan que el sistema político fue acordado con ellos y ambas colectividades lo miran de forma positiva, lo cual les entrega un argumento para sumarse por el “A favor” y así resolver los problemas de gobernabilidad que afectan a los poderes Ejecutivo y Legislativo.

La razón para esforzarse por sumarlos, implica repetir las fuerzas que estuvieron por el “Rechazo” en el plebiscito anterior, pero esta vez hacerlo por el “A favor” de manera de movilizar ese 62%.

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